No nos hemos terminado de recuperar de la pérdida de una extraordinaria pluma militante como la de José Saramago, que recibimos otra mala noticia: murió en la ciudad de México, Carlos Mosiváis. Un ensayista, cronista y agudo pensador sobre la cultura, la sociedad y la política mexicana y latinoamericana. Fue un defensor de las causas populares. En la última elección presidencial de México, apoyó fuertemente a Andrés Manuel López Obrador, el candidato de la izquierda popular, quién "perdiera" por fraude -ante el candidato conservador católico- Felipe Calderón -quien ahora es presidente de aquel país-.
Subo la nota publicada hoy en día en el periódico
La Jornada de la ciudad de México.
Caminos de un narradorCarlos Monsiváis fue un personaje imprescindible para entender el México contemporáneo.México, DF. Autodefinido como "un simple lector", el prolífico escritor mexicano Carlos Monsiváis, que este sábado murió, utilizó como herramientas la inteligencia y la ironía y se caracterizó como una de las voces y plumas críticas y narrativas de la época actual importantes del país.
Personaje imprescindible para entender el México contemporáneo, Monsiváis se interesó por los más diversos temas; desde los más complejos como el Movimiento de 1968 hasta personajes de la farándula como Mario Moreno Cantinflas o Pedro Infante, de quien se declaró admirador de su obra.
Sus innovaciones técnicas y la diversidad de registros que pueden observarse en sus textos, cambió la faz del género de la crónica de manera tal que ningún cronista mexicano posterior a él, está exento de su influencia.
Monsiváis, periodista, cronista, ensayista y narrador mexicano, nació en la Ciudad de México el 4 de mayo de 1938. Estudió Economía y Filosofía y Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y desde muy joven colaboró en los más importantes suplementos culturales y revistas del país.
Se desempeñó como secretario de redacción de las revistas Medio Siglo (1956-1958) y Estaciones (1957-1959). Ha hecho programas para Radio UNAM, como “El cine y la crítica", que se transmitió durante más de 10 años. Además de ser director de la colección de discos Voz Viva de México, de la máxima casa de estudios.
Monsiváis fue becario del Centro Mexicano de Escritores (1962-1963 y 1967-1968) y del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Harvard (1965).
Su curiosidad universal, su eficaz escritura y su capacidad de síntesis le permitieron desentrañar los aspectos fundamentales de la vida cultural y política mexicana, por lo que gran parte de su obra se ha publicado en casi todos los periódicos del país o transmitido oralmente.
Sus crónicas, género que desarrolló con pasión, se han recopilado en diversos libros entre los que destacan Principios y potestades (1969), Días de guardar (1971) y Amor perdido (1976), este último basado en algunas figuras míticas del cine, la canción popular, el sindicalismo, la militancia de izquierda, los políticos y la burguesía mexicana.
De qué se ríe el licenciado (1984), Entrada libre, crónicas de la sociedad que se organiza (1987), Escenas de pudor y liviandad (1988) y Los rituales del caos (1995), son otras de sus crónicas sobre los más diversos temas.
También es autor del texto narrativo Nuevo catecismo para indios remisos (1982), además la biografía Frida Kahlo: Una vida, una obra (1992).
Entre sus ensayos se encuentran Características de la cultura nacional (1969) o Historias para temblar: 19 de septiembre de 1985 (1988).
Monsiváis también se adentró además en temas espinosos como en el libro Días de guardar (1971) sobre la masacre de estudiantes en la plaza de Tlatelolco en 1968, durante la llamada "guerra sucia".
También es autor de la selección y el prólogo de las antologías La poesía mexicana del siglo XX (1966), Los narradores ante el público (1969), A ustedes les consta (1980) y Jorge Cuesta (1986).
Carlos Monsiváis, quien puso el dedo en la llaga de las heridas sociales con la más fina ironía y la más dramática puntera, se convirtió en ojo crítico inexorable para comprender las manifestaciones culturales del momento.
Su potencia creativa que le otorgó a la crónica permitió que se le considere no sólo un subgénero o género menor, sino que fue revalorado en el ámbito literario en México.
De acuerdo con sus críticos, su obra tiende a un doble registro: los movimientos sociales y los grandes personajes, la política y el espectáculo, la cultura popular y la alta cultura.
Para el autor, esta doble vertiente es inexistente pues no hay verdaderas fronteras entre tales fenómenos y contextos. De hecho, ya en su Autobiografía (elaborada a los 28 años de edad), escribió: “acepté esta suerte de autobiografía con el mezquino fin de hacerme ver como una mezcla de Albert Camus y Ringo”.
El reconocimiento a su obra le llegó desde 1977, con el Premio Nacional de Periodismo, por el género de crónica y a la fecha se cuentan alrededor de 33 galardones, entre ellos el Mazatlán por Escenas de pudor y liviandad, en 1988; Xavier Villaurrutia, en 1995, y Anagrama de Ensayo por Aires de familia: Cultura y sociedad en América Latina, en 2000. El último fue el doctorado honoris causa por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.
Sus aportaciones a la sociedad fueron múltiples, entre ellas el Museo del Estanquillo, en 2006, que partió de su propia colección privada en el que lo mismo se le rinde homenaje a caricaturistas de la talla de Gabriel Vargas, con su famosísima Familia Burrón o Eduado del Río, Rius o bien a grandes genios del arte.
Su colección de más de 12 mil objetos que le llevó más de 30 años atesorarlos, le han permitido a este recinto realizar las más diversas curadurías donde la figura de Monsiváis siempre está presente de una u otra forma.
Entre sus más recientes trabajos literarios se encuentra el ensayo Yo te bendigo, vida, sobre la vida y la obra de Amado Nervo, publicado en 2002. Sin dejar de lado los innumerables cursos y conferencias que impartió en México y el extranjero.
En marzo del presente año, presentó su más reciente libro, Apocalipstick en el que muestra a la Ciudad de México como una asamblea de lugares.
Entre sus aficiones, que se encontraban sobre todo la lectura, los gatos que rondaban siempre en su domicilio de la colonia Portales, en la Ciudad de México y la cinematografía.
El fallecido escritor mexicano reía poco, pero en sus libros hacía gala de un humor ácido y de ironía sacando partido de la demagogia de los políticos y de las actitudes de la elite económica.
Monsi, como se le llamaban los mexicanos, apuntó sobre todo contra los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
"Es el cronista de todas nuestras desventuras y prodigios, más de las primeras. Es el documentador de la fecundísima fauna de nuestra imbecilidad nacional", dijo tiempo atrás Sergio Pitol, escritor mexicano ganador del Premio Cervantes.
El escritor Adolfo Castañón, en su ensayo Un hombre llamado ciudad, lo considera “el último escritor público en México”, en el sentido en que no sólo cualquier mexicano lo ha escuchado o leído, sino que todos son capaces de reconocerlo en la calle.
Identificado con la izquierda, apoyó la campaña del ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador para las elecciones de julio de 2006, tras las cuales éste denunció que el actual mandatario, Felipe Calderón, ganó con fraude.
Su sentido del humor también llegó a sus felinos, que ostentaron nombres como “Miau Tse-tung", "Ansia de militancia", "Mis-oginia" o "Katzinger".
Maravillosa y muy ilustrativa entrada había muchas cosas que desconocía.
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