miércoles, enero 06, 2016

quiero mas...(sin terminar)

Un presidente electo que no firma por la patria, un sin numero de decretos y, en particular 3 decretos de necesidad y urgencia que no respetan las normas repúblicanas ni en la forma ni en el contenido, decretos que derogan leyes, despidos masivos, errores en el boletin oficial, excepciones para ocupar cargos, intromisiones en los asuntos internos de otros paises. acompañado de devaluacion, quita de impuestos para los mas poderosos, aumentos exponenciales para las clases bajas y medias, promesas de mas despidos si se reclaman derechos como paritarias, sindicatos manejados por la patronal, empresas nacionales en manos de ex CEOs de las empresas privadas con las que compiten... y quien esta al mando? simbolica o realmente, uno se podria preguntar. Vayamos por lo simbolico, vayamos por las apariencias: el Presidente electo democraticamente, el Ingeniero Mauricio Macri. La verdad es que cuando lo veo o trato de analizarlo, me siento en la situción de enfrentarme al analisis de un niño malcriado y caprichoso. un niño que no sabe negociar, que no puede desarrollar ese arte, que se hace lo que él quiere y cuando él quiere, por eso quizas el flamante Ministro de comunicaciones nos adelantaba:"una ley del Congreso no puede limitar las posibilidades del presidente". Esto me resuena a cuando uno inicia sus lecturas de los contractualistas y se encuentra ante el Leviatan, que solo le rinde cuentas a Dios, porque él es el soberano. Quizas algo de esto resuene en el equipo de macri, que entiende que lo puede hacer todo, quizas algo de esto se cruzo en la mente del primer mandatario cuando no juro por la patria, quizas algo de esto se inscribe en un presidente que no refiere ni apela al pueblo. Limitar, acto de amor si los hay, parece que Macri no sabe de límites quizas algo de eso es la demanda que no cesa de aparecer ante su padre, una demanda de amor, una demanda de reconocimiento, una demanda de límites. Para la real academia española limitar es: "Fijar la extensión que pueden tener la autoridad o los derechos y facultades de alguien". En la república eso esta claro, en nuesto país la constitución establece los limites del poder ejecutivo, como de los otros dos poderes, es decir que sin lugar a dudas una ley limita el poder del ejecutivo, es parte de los frenos y contrapesos que constituyen nuestro andamiaje insitucional. Claro esta que al ser un presidencialismo fuerte, el poder de veto y justamente los decretos de necesidad y urgencia, le otorgas cierta primacia a la decision de quien ocupa el sillon de Rivadavia. Pero aún teniendo en cuenta estas prerrogativas, hay formas y procedimientos que deben ser respetados y claramente, limitan al presidente, o a caso no somos mas una república democratica? otro límite que viene del vinculo con otros paises (que ya no podriamos pensarlo mas en terminos del realismo de hobbes -porque estariamos pensando en una guerra de todos contra todos- sino que nos ubicamos mas en la propuesta kantiana, por lo menos en lo que refiere a nuestra región donde se apela a una relacion de amistad y paz entre las repúblicas) es la no injerencia en los asuntos internos, limite que el electo presidente no pudo soportar ni en su primer encuentro internacional. Fue en ocasión de la Cumbre del MERCOSUR cuando el presidente argentino cuestionó las elecciones democraticas de la Venezuela. Y ante la respuesta de la representante bolivariana, nuevamente pareciera aparecer el niño macri que se enoja con la situación y no puede disimularlo, y muestra al mundo entero su enojo, su falta de ganas de escuchar a la canciller venezolana, casi al límite del "pucherito" el niño macri da cuenta de su descontento, por tener que presenciar una escena donde no quiere estar... acaso no puede hacer lo que quiere? a caso tiene que escuchar lo que no quiere? si solicitó una cautelar para que la ex presidente CFK finalizara anticipadamente su mandato para que no opacara su celebración, si nombra jueces por DNU, si derega leyes como la de comunicacion audiovisual por DNU, si a 14 dias de asumir se toma vacaciones en medio de una situacion de emergencia por inundaciones en el país, si propone excluir a venezuela del MERCOSUR, , si nombra extranjeros para ocupar cargos cruciales del gobierno, si anula causas como la de papel prensa y la suya propia, si interviere juzgados, si en nombre del sinceramiento devalua el 40% del valor real del salario y su gestión ya dejó a 8000 familias sin trabajo (en menos de un mes de gestión),si no juró por la patria ni apela a un pueblo...a caso no puede hacerlo todo? y ahi automaticamente pienso si vivimos en un momento de excepción, si él quiere ser el Estado al estilo Bonapartista, si el quiere demostrarle/nos/se que es el soberano, gobernando al estilo Lefortiano, donde soberano es quien decide en momentos de excepción. Pero esto nos llevaria a un momento fundacional constante y permanente, donde subsiste un orden aunque este no sea jurídico, intentando demostrar que no es el caos. Y aqui me vuelve a la cabeza el rol del padre, ese parricidio frustrado de Mauricio Macri que teniendo ese lugar ocupado, busca tortuosa y fallidamente ser el Padre soberano, y sin lograrlo desespera intentando demostrar su poderío; pero no le alcanza. No le alcanza ganar las elecciones, necesita convocar a sus adversarios a la casa presidencial para decirles ven, les gane. No hay ahí animo de negociacion, no hay una busqueda por incluir demandas de sus votantes, hay una necesidad absoluta de reconocimiento. Creo que mas que falta de ejecicio politico y gimnasia politica por ser un outsider, como se ha dicho, hay una incapacidad mas profunda, y un hábito de la falta de limites que implica la otredad, hay un Rey provocando, un Rey buscando quien lo límite, habrá que ver si hay un pueblo que reclame su soberania y demande una representación y no una autoria,que nunca le fue otorgada.

lunes, noviembre 14, 2011

Carta a los socialistas europeos

por Oscar González
Dirigente del Socialismo para la Victoria. Secretario de Relaciones Parlamentarias

Se cumple una década del derrumbe económico y social que sufrió la Argentina tras diez años de neoliberalismo y que suscitó entonces la mirada compasiva de la socialdemocracia europea, una actitud menos hostil que la condena unánime de los mercados financieros frente a un país que, víctima de las políticas que ellos mismos le impusieron, no pudo afrontar su enorme deuda externa e ingresó en el default, esa zona oscura que hasta entonces nadie había habitado en estas latitudes.
Modales aparte, había algo que compartían tanto el establishment financiero como los socialistas europeos y era ese sentido común de época que se expresaba en los congresos internacionales y seminarios donde coincidían socialistas de ambos mundos: la alarma porque un país confiable y ejemplar por su devoción por el credo neoliberal se convertía repentinamente en un arrabal irresponsable que dilapidaba sus recursos y, encima, se negaba a aplicar el ajuste que exigían los centros financieros internacionales. Se hacían rutinarios los reproches frente a la inevitable pulverización de los fondos de pensión que los jubilados europeos habían confiado a ciertos bancos de vocación especuladora dedicados a maniobrar con los bonos argentinos.
Años después, esa Europa próspera y de moneda fuerte que rivalizaba con el dólar, donde hasta los países menos desarrollados del área sentían la seguridad de su amarre al carro consumista, se topaba con la misma crisis que había azotado a ese lejano país emergente que luchaba por recuperarse de la devastación económica y social a comienzos del siglo. Aquel paraíso del bienestar signado por la impronta social, económica, ecológica y ética de la izquierda democrática ve entonces peligrar su futuro por obra del modelo basado en la especulación financiera y de ese modo la vieja Europa, cuna del Estado social, comienza a aplicar el mismo programa de privatizaciones y de abolición de derechos sociales y laborales que sufrimos los argentinos en los ’90.
Lejos de resistir estos embates, los partidos socialdemócratas desisten de sus ideales emancipadores y adaptan sus programas a la ola neoliberal con la “tercera vía” británica, la “neo-socialdemocracia” nórdica y el “social-liberalismo” en España, olvidando historias, identidades y una tradición que hunde sus raíces en las luchas sociales, a menudo sangrientas, de más de un siglo. Se reniega, en síntesis, de los principios fundacionales de 1957, cuando nace la Comunidad Económica Europea con la contribución de socialistas y socialdemócratas dispuestos a salvar a sus países del horror de otra guerra.
A partir de los ’80, con la economía mundial cautiva de la hegemonía del capital financiero, el Viejo Continente se desplaza a la derecha: la unión monetaria y fiscal queda bajo la supervisión del capital especulativo; la planificación y dirección de la economía dejan de ser responsabilidad de los estados nacionales y pasan a depender de los banqueros, incluido el Banco Central Europeo, constituido en instrumento del capital financiero y no en palanca de políticas públicas. De este modo, la democracia política, al igual que la capacidad gubernamental de decisión sobre cuestiones cruciales como el empleo y la producción queda subordinada al gran capital.
Tal como en nuestro caso con la virtual privatización del Banco Central en los ’90, los tratados de Maastricht y Lisboa establecen la “independencia” del Banco Central Europeo, lo que en la práctica lo pone bajo la tutela de las finanzas privadas que le impide conceder créditos para la producción –considerados “inflacionarios”–, comprar deuda del Estado ni realizar ninguna otra operación pública, aunque sí lo autoriza a emitir dinero para rescatar bancos en dificultades.
Los tratados también restringen la autonomía financiera estatal imponiendo topes como el que limita el déficit al 3% del PBI, impidiendo cualquier gasto “keynesiano” de carácter contracíclico destinado a combatir la depresión de las economías nacionales.
De esta manera, los países deudores quedan maniatados por los bancos, acusados, como dice Angela Merkel, de no ser capaces de “crecer por sí mismos para salir por sí mismos del endeudamiento”.
De este modo, el capitalismo especulativo y depredador logra lo que otrora se conseguía con ejércitos o dictaduras: que países deudores como Grecia se asuman como naciones derrotadas y conquistadas, que entreguen su agua, su tierra, sus bienes públicos, su futuro como pueblos libres y naciones soberanas. Hasta se les plantea vender el Partenón y otros enclaves turísticos para que los privatizadores puedan comprarlos con los mismos bonos devaluados de la deuda griega, que el gobierno deberá tomar a precio nominal para abonar los siderales intereses que imponen sus acreedores.
Cuando el “sueño europeo” se ha vuelto una pesadilla y el proceso reformista se ha tronchado brutalmente, con una oligarquía financiera dominante que aniquila el patrimonio de los deudores, la renuncia del primer ministro Georgios Papandreu y la resignación de los socialistas españoles, que reforman la ley para priorizar el pago de la deuda “porque los mercados no pueden esperar”, son ejemplos cabales de rendición incondicional frente a una banca acreedora que extorsiona a los gobiernos de todos los signos con el colapso del euro y de las economías nacionales si no los rescatan de sus pérdidas millonarias.
Constreñida la democracia política a consentir que la deuda se pague con recortes salariales y del gasto social, el poder financiero busca así coronar su victoria, reduciendo el mundo del trabajo y de la industria a la servidumbre por deuda, sin que los gobiernos atinen a buscar otras salidas, a gravar la riqueza y a resistir un embate que diezma a la izquierda y le abre la puerta a la extrema derecha.
Contrariamente, del otro lado del Atlántico, varios gobiernos buscan nuevas vías que desde sus particularidades reivindican los valores de la izquierda en sus múltiples versiones, ya se los describa como populistas, nacionalistas, socialistas, progresistas, desarrollistas o una combinación de algunos de esos términos. Son procesos que admiten la sentencia de Bernardo Kliksberg cuando señala que “la desigualdad es el peor enemigo que tiene el crecimiento económico” y que con estilos y matices, superan el fundamentalismo de mercado que primó en los noventa.
Son experiencias donde se reaprende la vieja lección de que trabajo, consumo y producción son las bases económicas fundamentales del bienestar social, porque si no hay consumo los mercados se contraen, las empresas no invierten, los comercios cierran y los ingresos fiscales se desploman. Y entonces las empresas despiden a sus trabajadores, aumenta el sufrimiento social y la economía se achica todavía más.
En esa centralidad del trabajo –que Cristina Fernández explica al decir que “el ciclo de crecimiento económico que estamos viviendo, el más importante de los últimos 200 años, no es un crecimiento como el de los ’90, con una destrucción masiva del empleo, ni como el de principios del siglo XX, cuando el país sólo exportaba y la riqueza llegaba a una pequeña parte de la población, sino que el nuevo patrón económico es el del crecimiento basado en la producción y el trabajo”– esté quizás la clave. Una constatación que puede ser útil para que los socialistas europeos repiensen cómo enfrentar hoy nuestras penurias de ayer.

Publicado por Tiempo Argentino, Editorial, pág. 19, el 11 de noviembre de 2011

miércoles, octubre 26, 2011

¡Quién hubiera dicho!

54 %, después de semejante número seguimos escuchando declaraciones impensadas hasta hace poco tiempo atrás:

Infobae: De Angeli matizó sus críticas al Gobierno: "Kirchner le hizo bien a mucha gente"

martes, octubre 25, 2011

lunes, octubre 24, 2011

Gracias Argentina

Y entonces vinieron tiempos de solidaridad en la Argentina. Después de una feroz dictadura y años de aplicación de políticas neoliberales en años de democracia, la Argentina se volcó hacia un proceso político signado por la verificación de la igualdad. Gracias Argentina, cuánto que nos has dado desde 2003 a esta parte a todos quienes creemos que la lucha política es siempre por la igualdad, es decir, la justicia social. Y esto se ha dado porque ha habido dos líderes empecinados en sus convicciones y un pueblo que los ha acompañado.

Tanta felicidad de un lado, contrasta con la amargura y el odio del otro. Y me encuentro con el periodismo militante de la oposición de La Nación con las siguientes afirmaciones:

1.Dice Morales Solá "La lealtad ciega es la primera y casi excluyente virtud que les reclama a sus ministros y funcionarios. La Cámpora es hija de esa tendencia a exigir una obediencia sin condiciones. Los ministros ignoran a veces hasta las políticas que ellos mismos administran. Ese estilo sirve para gobernar la bonanza política y económica, pero nunca dio resultados para administrar la adversidad." A Morales Solá le decimos: sin lealtad no hay la posibilidad de construcción de un proyecto político. No confunda lealtad a las convicciones políticas con obsecuencia. Pero yo le pregunto, ¿acaso lealtad no es lo que ustedes desde sus medios militantes le han reclamado a la oposición? ¿Acaso no reclaman lealtad ciega a un modelo neoliberal que en el mundo demuestra que se cae a pedazos? Sr. Morales Solá, ¿es usted tan ciego que no puede ver que la lealtad ha sido justamente lo que ha permitido campear a este gobierno la crisis económica que se desató en 2009 y la derrota con “el campo” en 2008? Entonces, ¿de qué imposibilidad de administrar la adversidad habla? Seguramente no la del kirchnerismo, quizás se haya confundido y hable de la imposibilidad de administrar la adversidad de los países europeos que siguen leales al neoliberalismo.

2. Dice Carlos Pagni "Instalada en la espléndida soledad de su victoria, Cristina Kirchner tiene que resolver algo más que un acertijo económico. Quedó, de nuevo, ante un nudo gordiano de la política. Debe optar por el consenso o por la lucha." Al Sr. Pagni le pregunto: ¿soledad de la victoria? ¿Usted no vió al pueblo movilizado acompañando la victoria? ¿No la vió a Cristina rodeada de su familia y militantes? Y en cuanto al consenso o lucha, le digo esa es una falsa dicotomía. Porque es imposible mover el status quo, promover la igualdad y la justicia social sin antagonismo. Siempre que se busca cambiar algo, modificar el estado de las cosas se tocan los intereses de alguien. En el caso del kirchnerismo los intereses que “se tocan”, que “se mueven” son los intereses de los poderes económicos concentrados a favor de los más vulnerables. Eso trae puja, lucha. Pero demos el ejemplo contrario, en el período menemista tuvimos un proceso político a la inversa, se “tocaron”, “se movieron” los intereses de los sectores más vulnerables en pos del beneficio de los más poderosos. Allí también hubo conflicto, lucha. Pero claro, cómo aquella lucha era acorde con los intereses de Pagni, a eso él lo llama consenso.

3. Dice Luis Majul: "Si uno revisa la historia política de El y Ella y da por sentado que no habrá una crisis como la de 2001 durante los próximos dos años, se puede plantear la siguiente hipótesis: lo que viene no será más de lo mismo; será más de lo peor de lo mismo. Hegemonía. Más soberbia. Más prepotencia. Más intolerancia. Más acumulación de poder con mucha caja para convencer a los dubitativos." Al Sr. Majul le decimos: lo que usted evalúa como lo peor, por la gran mayoría de los argentinos ha sido evaluado como lo mejor. ¿No le vendría bien a usted un poco de autocrítica? ¿En vez de despotricar en contra de un gobierno que tilda de soberbio y prepotente, no sería bueno que al menos intente algún análisis político? El sr. Majul sólo se deja llevar por el odio que le provoca un gobierno popular, a eso él lo llama prepotente. Le pregunto: ¿es prepotente aprobar leyes con la legitimidad que te da la victoria en un proceso democrático o es simplemente, justamente eso, el ejercicio de la voluntad popular? ¿No será prepotente lo suyo, que es minoritaria su posición, denostar a la mayoría? ¿No será soberbio de su parte menospreciar a los millones que votan a Cristina pensando que sólo lo hacen “por la caja”?

Bueno, ya basta de perder el tiempo con el periodismo militante opositor… ¡A seguir de fiesta!

sábado, octubre 22, 2011

jueves, octubre 13, 2011

Lanta en contra del "periodismo militante"

Resulta que Lanata declara estar en contra del periodismo militante. ¡Pucha, me digo! Y me pregunto: ¿acaso este no era el periodista más militante en contra de la hegemonía menemista? ¿Acaso no era Lanata junto con Tenenbaum, Marziotta y compañía los más militantes en contra de todo lo que implicó el neoliberalismo de los noventa? Y bue… la gente cambia. Ahora, estos “periodistas independientes” despotrican en contra del kirchnerismo y acusan a quienes lo apoyan de ser “periodistas militantes”. Parece joda, o más bien una acto de hipocresía e infamia. ¿Se puede ser neutral Lanata? ¿Se puede hablar parade desde ningún lugar? ¿Desde un lugar neutro? Vamos, seamos serios, sinceros, expongamos desde “qué lugar hablamos” y entonces seremos más creíbles. Lanata, vos y tus secuaces hace rato con esta negación de tu propia posición política y esta falsa e imposible pretensión de “neutralidad” hace rato que dejaron de serlo.

martes, octubre 11, 2011

Socialistas a la derecha II


Si de socialistas a la derecha se trata, cómo no hacer mención de los socialistas chilenos quienes bajo el paraguas de la "Concertación" (armado político cuyo socio más importante es la Democracia Cristiana) dejaron intanto el modelo neoliberal implantado por Pinochet.
Vergüenza ajena deberían sentir hoy en día los socialistas chilenos frente al fabuloso movimiento estudiantil que se ha armado en aquel país y que demanda el regreso de la noción de la educación como un derecho universal y no como una cuestión de lucro.
Claro está, más de uno de la Concertación está "entongado" con el "negocio" que representa la educación arancelada y el armado de préstamos bancarios a los estudiantes.
Por algo la gigantografía que cuelga en estos días en la Universidad de Chile: "dónde están?" se preguntan bajo la foto de Bachelet y Lagos. La respuesta quizás sería: "están a la derecha".

viernes, octubre 07, 2011

Socialistas a la derecha


Se reunieron por fin Tabaré Vázquez y Hermes Binner. Y está bien que así haya sido. Digamos que son análogos. Ambos se dicen de izquierda pero juegan a la derecha. Con un poco de ejemplos basta: Tabaré vetó la ley de que despenalizaba el aborto (aprobada por el parlamento) en el Uruguay y buscó aunque no lo logró (gracias a la presión de Néstor Kirchner, Lula y Chávez) un tratado de libre comercio con los EE.UU. Típico político "socialista" de estas épocas: aplicador de políticas neoliberales. Lo mismo que Binner, cuando sus diputados votaron en contra de la 125. Y en Europa abundan, Zapatero ajustando (hasta una reforma constitucional en ese sentido hizo!) y el griego Papandreu ni hablar. Esos son socialistas a la derecha. La infamia los acompaña y la historia no los perdona.

Las paredes hablan...