Mucho se está hablando en estos días del coraje y la decisión del presidente Obama para plantar cara a la poderosa cadena Fox.
Algo que me parece aún más interesante de rastrear en todo esto, es que Estados Unidos está mirando hacia América Latina, en este momento en que nuestra región se está convirtiendo en un escenario privilegado para la acción y la reflexión política. Lo digo porque, solo para poner un ejemplo (porque también podríamos hablar de Venezuela, de Ecuador, entre otros) la iniciativa de Obama bien podría estar inspirada en el reciente debate sobre la Ley de Medios Audiovisuales que vivimos en Argentina: por primera vez, la democracia ha generado las condiciones para separar la paja del trigo, la libertad de prensa de la libertad de empresa, la opinión pública de la opinión publicada, y se ha dado una ley que treinta años después, corta con la ley de medios de la dictadura. El problema, claro está, es que la ley vigente durante tres décadas, fomentó la concentración monopólica de la propiedad de los medios (sin pelos en la lengua: un solo grupo manejaba el 64% del mercado), y solo permitía la otorgación de licencias a sociedades anónimas. Organizaciones de la sociedad civil, sindicatos, univesidades, o cualquier otro grupo sin ánimo de lucro solo podía tener licencias "truchas". ¿Consecuencia? también se mercantilizó nuestra forma de producir y consumir información, acostumbrados a escuchar una sola campana (porque claro que podemos ejercer nuestra libertad y elegir entre veinticuatro canales distintos... ¡todos del mismo dueño!) y a pensar la infomación como un bien privado antes que un bien social, como una mercancía antes que como un derecho. Y si estamos dispuestos a aceptar que el acceso a la información es un derecho, entonces, como ante todo derecho, el estado tiene un deber que cumplir: garantizar su pluralidad y universalidad. Todos saben lo que opinaron los propios medios (¿jueces y partes?) sobre la nueva Ley de medios audiovisuales, pero quizá pocos saben los veredictos que dieron el Relator de libertad de expresión de la ONU, o el Secretario General de la Federación Internacional de periodistas, o el Presidente de la Federación de Periodistas de América Latina y el Caribe. Y no porque la nueva ley sea perfecta (¿acaso que ley lo es?), pero porque si marca un avance sustancial en la forma de entender la información como un derecho y como un bien público.
Por eso, y como a veces pareciera ocurrir un extraño fenómeno, consistente en que mismas acciones desarrolladas del paralelo del Ecuador hacia arriba despiertan admiración, y las ocurridas del paralelo del Ecuador hacia abajo despiertan sospechas, solo quería desde este modesto lugar saludar la iniciativa del presidente Obama y alentarlo a que siga el ejemplo de nuestro país, y de nuestra Presidenta.
nos mudamos
Hace 2 años
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