Les dejo un vómito-como me permito decir- de una compañera que se chocó con la indiferencia de las autoridades de la ciudad de Buenos Aires. Este encontronazo con la realidad amarilla de nuestra ciudad, en una esquina simbólica, le despertó este comentario al que tituló: va a estar linda Buenos Aires!!
Queridos todos les hago llegar unas líneas que escribí sobre lo que me paso hace un par de días.
El miércoles 2 del corriente alrededor de las 11,30 yo iba caminando por el costado de la Catedral, la cantidad de personas que a esa hora transitaban por el lugar y el calor agobiante me impedían avanzar con rapidez.
Al llegar a la altura de la escalinata que da a la calle San Martin, note que la gente esquivaba algo que parecía un gran bulto oscuro sobre los escalones. Al acercarme vi que se tratada de un muchacho de 25 años aproximadamente. Se lo veía desaliñado, posiblemente se tratara de algún indigente de esos que buscan reparo en la galería de la Catedral; pero evidentemente no había escogido voluntariamente la posición en la que se encontraba. Su cuerpo estaba tirado en línea descendente por los escalones de manera tal que su cabeza se apoyaba en la vereda .Claramente necesitaba ayuda.
Estando a pocos metros del edificio de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires entendí que lo más apropiado era recurrir allí, así que cruce la calle y me dirigí a un hombre uniformado que, parado al lado de los guardias del Regimiento de Patricios que custodian la entrada del edificio, estaba mandando un mensaje de texto en su celular. Le explique la situación y le indique el lugar donde se encontraba el muchacho tirado, desvió por un instante su vista de las teclas para responderme que debía dirigirme a mesa de entradas y que dicha oficina se encontraba sobre la calle Rivadavia a media cuadra de donde estábamos parados.
Grande fue mi sorpresa ante la disparatada respuesta pero, pensando que el tiempo que perdería en discutir con ese energúmeno podía ser vital para el muchacho de la escalinata, rápidamente me dirigí al lugar indicado. En la puerta me encontré con otro hombre uniformado. Repitiendo lo anterior le explique lo que pasaba y le señale la escalinata, desde donde estábamos teníamos una vista total y absoluta del cuerpo tirado.
Mi nuevo interlocutor me informó que él estaba destinado exclusivamente a la custodia del edificio y que no podía hacer nada. Contesté que si él no podía hacer nada que llamara a alguien. Reiteró que no estaba en condiciones de hacer nada y me aconsejo que llamara al 911.
A esta altura de los hechos más que molesta le indiqué a mi interlocutor que el 911 es emergencia de la Policía Federal y que yo entendía que estábamos de un claro caso de competencia de la Metropolitana. Con una sonrisa de lado, similar a la seña del 7 de oro, y señalando con el pulgar hacia arriba me dijo “desde que a ESTE se le ocurrió ese tema de la Metropolitana nadie sabe quién es quién”. Presumí que, atento al lugar donde estábamos parados y su pulgar señalando hacia arriba “ESTE” era el Jefe de Gobierno.
Mas indignada aún insistí en que hiciera algo, creo que solo para que me fuera y dejara de alterar su cotidiana tranquilidad, me contesto que “como gentileza” (sic) le pediría a su superior que llamara al SAME. Lamentablemente su superior resultó ser el uniformado que minutos antes me había mandado a Mesa de Entradas. Era evidente que no harían nada.
El muchacho seguía tirado en la escalera, cruce hacía la Plaza de Mayo buscando a alguien de la Policía Federal, mientras lo hacía di una mirada a la ventana del despacho del Jefe de Gobierno desde donde seguramente tenía una vista privilegiada de todo lo que estaba ocurriendo.
En ese momento pensé que ni el crítico más ácido hacia sociedad moderna podría haber imaginado una postal semejante al escenario que me rodeaba: El edificio de la Catedral de un lado de la calle, el edificio de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires del otro, en el medio un muchacho tirado que necesitaba ayuda, los ciudadanos que pasaban indiferentes esquivándolo y para rematarla un puñado de turistas sacando fotos.
Posiblemente fuera por sol y el calor pero de repente vi todo amarillo y me acordé de la frase: “VA A ESTAR LINDA BUENOS AIRES”.
Abrazo a todos.
Me sumo al abrazo, de quien subsumida en la bronca y la incredulidad, me relató los hechos que ella misma paso a un papel y yo me tomé el atrevimiento de compartirlo con ustedes, sigamos luchando para que despúes de las elecciones nuestra ciudad pierda ese tono amarillento y recobre los colores celeste y blanco, que le corresponden. Por una ciudad a la altura de nuestro país!!
nos mudamos
Hace 2 años
Raro que no lo hayan sacado, pero por "afear" el paisaje, que es lo que más conmovería la sensibilidad "PRO".
ResponderEliminarMuy triste la indiferencia (y que no solamente le cabe a Macri, seguramente tu amiga estuvo bastante sola en su lucha por lograr que alguien atienda al muchacho).
Un Abrazo
estoy hace muy poco viviendo en buenos Aires ya que me vine a trabajar en una de los oficinas compartidas en capital. todavía nose a quien voy a votar, me gustaría informarme mas acerca de todos
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