jueves, febrero 17, 2011

Reunión de la Corriente Universitaria 25 de Mayo

Reunión de la Corriente Universitaria 25 de Mayo
Docentes, graduados, profesionales
24 de febrero, 18 hs. en México 2086

La Universidad en el Bicentenario

La comprensión de que el presente es un momento de quiebre o bisagra frente al basamento del pensamiento conservador es una necesidad indiscutida ante a los acontecimientos que ocurren día a día en nuestra Nación. Pensar que la Universidad está ajena a dicha situación con sus leyes organizativas y estructuras académicas, o que el conocimiento generado es lejano a este debate que se nos impone como sociedad, es pensar en forma incorrecta, pues es indudable que se trata de uno de los principales terrenos en disputa continua. En este contexto, está en juego el rol que ésta institución debe asumir en la determinación colectiva de la orientación del proceso histórico. La Universidad ha sufrido, al igual que otros actores sociales, el intento de disciplinamiento conservador desplegado por los sectores dominantes, sobre todo en los años ´90, donde los objetivos eran visibles y palpables, en torno a las exigencias del banco Mundial y del BID. Este disciplinamiento no violento fue una variante del de la segunda mitad de los ´70, donde la represión que se desató en la Universidad formó parte de un plan sistemático sobre toda organización posible de claustro. Aunque más tarde su normalización en la etapa democrática logró alcanzar algunos propósitos históricos rezagados, el compromiso asumido por algunos cuadros universitarios no fue del todo vinculante con la idea de democracia imperante, y esto se debió a que existían compromisos internalizados y condicionados con las fuerzas de turno, los cuales desencadenaron en los desplazamientos sutiles de los mecanismos de ejercicio de poder real de decisión, tales como los vividos en décadas anteriores.
La historia latinoamericana no mostró una tan diferente realidad por aquellos años a los acontecimientos locales. Los representantes de las políticas neoliberales aplicaron un recetario similar en post de la globalización, concepto muy en boga en aquellos tiempos. El objetivo fue común: La reducción de la inversión pública en educación, en el marco del achicamiento del Estado, la apertura de los mercados a la especulación financiera y la trasnacionalización de las economías, la venta y privatización de la industria y el patrimonio, y el ajuste y la represión como métodos de aplicación y sometimiento. Actualmente, ciertos sectores universitarios son actores conscientes en los intentos de la Restauración Conservadora de imponer una vuelta a aquellos tiempos.
De dónde venimos. Los 90
¿Cómo se expresó el modelo neoliberal en la Universidad?
• Se reestructuraron los marcos jurídicos que minimizaron el rol del Estado en esta área.
• Se dejó de invertir, y comenzó a redefinirse el papel del Estado solamente como “evaluador” por excelencia;
• El concepto de “productividad” impuso una lógica dependiente de los circuitos hegemónicos de producción del saber;
• Se adaptaron los programas, las carreras y los proyectos institucionales a las pautas impuestas por los organismos internacionales, ajenos a los dispositivos democráticos y a las necesidades sociales. Los contenidos, fueron determinados por los intereses del mercado y los grupos económicos, modificándose profundamente en este sentido.
• Sobre una base extorsiva de recortes presupuestarios basados en la “no-productividad” se precarizaron las condiciones laborales, se redujeron las carreras de grado y se arancelaron postgrados.
• A partir del ahogo presupuestario, se buscaron formas de privatización encubierta, llevando a la autofinanciación de las universidades y facultades. Esto permitió el ingreso de grandes empresas que hoy controlan la formación de ciertas áreas, generando la producción de profesionales adaptados a sus mercados.
En buena medida estamos actualmente prisioneros de una agónica lógica que imperó sin discusión de hegemonía hasta el año 2003, y tenemos pendiente una revisión crítica del rol social de la Universidad y de sus funciones en esta nueva etapa. En una sociedad que busca reforzar su democracia y que lucha por imponer y hacer cumplir el cambio de momento histórico con su correlación de fuerzas definida. Por esto el rol de la Universidad debe ser objeto de un debate amplio que involucre a todos sus actores, con los cuales definir colectivamente, y sin sectarismos, las necesidades urgentes y la deuda social que el pueblo demanda satisfacer para estas y las futuras generaciones de argentinos. La Universidad debe convocar al protagonismo de sus docentes, estudiantes, graduados y no docentes a expresar sus ideas y propuestas, generando los canales de representación
Entonces, ante estos elementos surge la pregunta: ¿Cuál es la tarea de una fuerza universitaria progresista de carácter frentista y popular? La respuesta a este interrogante no escapa a un análisis de fondo de la situación actual, y con esto el rol que debemos tomar debe ser el de identificar las contradicciones principales para crear unidad de rumbo con una dirección central, racional, de conjunto y democrática; para que dicha fuerza pueda plasmar sus objetivos concretos de manera definida, mensurable y progresiva.
Con este objetivo identificado, el resurgir de un ideario universitario propio con incumbencias sociales desembocará no solo en una revisión de la Ley de Educación Superior sancionada en 1995, sino en una más acabada expresión colectiva que impulse el surgimiento de una nueva legislación reemplazante y superadora. Esta, debe abarcar el proceso transformador nacional y reproducir con su dinámica, instrumentos locales en los que el concepto de “autonomía” inspirado en la Reforma del ´18 no signifique ningún privilegio aristocrático por sobre el proceso social. Esto es lo que las instituciones de la sociedad democrática actual le deben a la historia emancipatoria Latinoamericana, objetivo del Manifiesto Liminar que fuera abandonado por los sectores reformistas durante el pasado siglo.
¿Autonomía o autismo?
Sin lugar a dudas se plantea necesario para los sectores universitarios ligados al campo popular, reforzar el rumbo que a nivel nacional viene ocurriendo en forma objetiva desde el año 2003. Este proceso se destaca ante todo, por la voluntad política de quienes lo encabezan, de avanzar en un sentido claro de inclusión y reconstrucción de la articulación Estado-Universidad. En términos concretos estos años han implicado:
• El aumento del presupuesto universitario: entre 2004 y 2008, aumentó un 243% pasando de 2.147 millones a 7.366 millones de pesos, e incrementando un 38% en su participación en el PBI.
• La defensa de los logros gremiales docentes: recomposición sostenida del salario en un 500% promedio, jubilación con el 82 % móvil;
• Los logros que a nivel nacional se han alcanzado en materia de Investigación y Desarrollo, tanto en la reformulación del rol de la misma como motor de desarrollo social como la jerarquización de las actividades de ciencia y técnica mediante la creación del Ministerio, actuaciones acompañadas con aumentos sostenidos de la inversión y el presupuesto;
• La profundización en la implementación de instrumentos que mejoran la coordinación de esfuerzos entre actores públicos, nacionales e internacionales para elevar el grado de inserción universitaria en todos sus claustros;
• La aplicación de conceptos de solidaridad tecnológica entre entidades nacionales e internacionales que fueron desconocidos en etapas anteriores de nuestra historiay que han llevado cuadros formados en la educación pública a implementar acciones concretas en territorio latinoamericano con espíritu integrador, por ej. con Venezuela y Brasil;
• Acceso a infraestructura de salud mediante el refuerzo de programas de atención primaria, con fuerte incidencia de las obras sociales sindicales;
• Proyectos de Mejoramiento de la Enseñanza en áreas estratégicas: el Estado Nacional destinó más de un millón de pesos por facultad para las carreras de Ingeniería, Agronomía, Farmacia y Bioquímica a nivel nacional.
La Universidad en el Bicentenario, el desafío.
¿Cómo lo logramos? Esto se logra con acciones coordinadas entre Estado y Universidad, que no permitan que ésta última tenga pretensiones aisladas del colectivo social al cual pertenece y del cual toma sus recursos en última instancia. En relación al aporte particular de cada una de las áreas de influencia nombradas, lo lograremos sólo reformulando la idea actual de autonomía que mantiene la Universidad en su actual organización.
¿Para qué es necesario lograrlo? Para asegurar la gratuidad de la enseñanza, no considerando a la educación como un bien transable o mercancía; Para reformular los mecanismos que aseguren la igualdad de oportunidades en el acceso y permanencia dentro el sistema educativo; Para coordinar acciones desde el Estado que compensen las desigualdades de recursos materiales de los estudiantes, y sus desigualdades en la formación básica; Para defender y asegurar la distribución equitativa del conocimiento; Para jerarquizar la carrera docente con la debida implementación de los concursos públicos de oposición y antecedentes; Para generar los mecanismos de evaluación y promoción con perfeccionamiento continuo y gratuito; Para apuntalar las políticas científicas que promuevan la producción de saberes básicos orientados a necesidades sociales concretas, tanto a nivel local, nacional y regional; Para desarrollar las condiciones de un desarrollo productivo autónomo y sustentable en términos económico, ambiental y social; Para generar contenidos curriculares en función de prioridades nacionales y locales, asegurando la responsabilidad indelegable del Estado Nacional en el sostenimiento financiero de las Universidades públicas; Para establecer un Sistema Nacional de Evaluación de la actividad Universitaria que regule la creación y acreditación de instituciones y carreras con criterios consensuados; Para construir las estructuras de un co-gobierno universitario con procesos internos democráticos y deliberativo sobre cuestiones que atañen a su funcionalidad; Para construir un claustro único de docentes integrado por profesores y auxiliares, reconociendo los derechos de los docentes interinos a tener representación, estudiando la incorporación de los trabajadores no-docentes a los órganos colegiados; Para acercar la masa critica de potenciales estudiantes a los claustros universitarios; Para cambiar el viejo contenido y la anquilosada forma de organización universitaria que privilegia elitismos en detrimento del propio actor universitario; Para evitar aspectos negativos que se contrapongan a la idea de universalidad de propósitos que se quieren alcanzar con los objetivos fijados en este documento.
Por todo lo expuesto es nuestra tarea ser motor de estos cambios y que el actor universitario nuevamente sea participe de las transformaciones que la historia le reclama.

1 comentario:

  1. La Universidad debe ser uno de los motores del cambio social que estamos buscando hacia una sociedad más justa e igualitaria.

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