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“Si hay una etapa en la que se tomó la agenda del socialismo fue con Cristina”
Publicado el 20 de Marzo de 2011
Periodista y abogado, el secretario de Relaciones Parlamentarias de la Jefatura de Gabinete habla de su último libro La Patria callejera. Analiza la movilización popular del Bicentenario y describe la relación entre la izquierda y el kirchnerismo.
Eran horas difíciles. Inesperadamente, a pocos meses del holgado triunfo del Frente para la Victoria, la sociedad argentina abría sus grietas más preocupantes y retardatarias. Pese a denostar el piquete como método de protesta cuando los que lo protagonizaban eran los excluidos y silenciados, los sectores medios y altos urbanos se movilizaron para respaldar los cortes de ruta organizados por las patronales rurales que perjudicaron al mercado interno durante cuatro meses. Ajenas a ese perjuicio y a la suerte de las mayorías populares, las cacerolas volvieron a tronar en las esquinas porteñas más tradicionales, mientras los medios de comunicación concentrados monopolizaban a la opinión pública y alentaban el mal humor social al servicio del país elitista y agroexportador que apuntalaban las corporaciones campestres. El Estado era igual a la “caja” y las políticas destinadas a los más afectados, por décadas de neoliberalismo voraz, sinónimo de mero clientelismo, demagogia y corrupción.
El gobierno de Cristina Fernández se propuso profundizar el camino forjado por Néstor Kirchner, pero los espectros de los años ’90 demostraron su vigencia y reaparecieron en el imaginario social. No faltaron los adalides del mercado omnipresente, de la mano dura y de la subordinación al FMI que, nucleados en torno a viejas y nuevas concepciones de derecha, vislumbraron en el voto no positivo del patético señor Cobos el comienzo del fin del kirchnerismo o de “la tercera tiranía”.
Las ilusiones restauradoras crecían día a día. Las principales voces de la oposición y las plumas más solícitas de los medios canallas especulaban con el debilitamiento, supuestamente irreversible, en el que se encontraba inmerso el oficialismo. La operación destituyente estaba en marcha. Pero Oscar González, un heredero coherente de la tradición socialista, genuina expresión de los que viven la militancia no como un trampolín para sus ambiciones, sino como una manera de vivir y de luchar contra las injusticias del capitalismo, no se atemorizó y aceptó integrarse al gobierno en su tramo más complicado. Compinche y compañero de ruta del ejemplar Jorge Rivas, asumió como secretario de Relaciones Parlamentarias de la Jefatura de Gabinete.
A casi tres años de aquel momento, este periodista y abogado acaba de publicar La Patria Callejera. Textos urgentes, desde el socialismo, en defensa de la política de inclusión social, autonomía nacional y unidad latinoamericana (Edición a cargo de la Fundación Casa del Pueblo). En este escrito, González compila sus impresiones y reflexiones, plasmadas en distintos medios, al calor de la coyuntura y la vorágine cotidiana. “Fruto de la necesidad, en el día a día, de la puja con los emisarios del pasado y los agoreros del presente”, tal como dice en su introducción, sus crónicas pueden leerse como testimonio directo de una instancia fundamental en la historia reciente y, a la vez, como una cronología de los motivos que, según el autor, barrieron con los pronósticos apocalípticos y devastadores de la derecha.
La estrategia conservadora no sólo fracasó estrepitosamente, sino que la valoración de la gestión de CFK creció paulatinamente hasta que, el año pasado, dio un salto espectacular que ubica a la presidenta con grandes posibilidades de ganar en primera vuelta en las elecciones de octubre. Quien fuera director del periódico La Vanguardia y secretario general del PS charló con Tiempo Argentino sobre su flamante obra, analizó la situación parlamentaria, ahondó en las vicisitudes que marcaron al vínculo entre peronismo y socialismo, anunció su predilección por uno de los precandidatos del kirchnerismo en la Ciudad de Buenos Aires y desmenuzó varios temas que marcan la agenda actual.
–¿Por qué sacar a la luz este libro?
–Surge de una necesidad personal pero, también, política. Tuve la necesidad de hacer una revisión de los casi últimos tres años a través de todas las crónicas y artículos periodísticos que publiqué en ese tiempo. Desde el momento en el que me sumé a la gestión de la presidenta CFK, fui percibiendo un progresivo cambio del clima social y político. Un cambio positivo en la valoración de la sociedad hacia el propio gobierno.
–¿Cómo definiría a La Patria Callejera?
–Es una obra que, aclaro, no tiene ninguna relevancia literaria ni fue concebida con ese objetivo. Son simples textos coyunturales que abordan situaciones y tensiones políticas cotidianas y que siempre estuvieron precedidas por mi voluntad como socialista, como hombre de izquierda, de ser parte de este proyecto nacional, popular y transformador. Pensé que hacer una compilación podía resultar de mucha utilidad para mí mismo, mis amigos y compañeros de militancia, de la izquierda en general y del kirchnerismo. Hablo de situaciones muy críticas que atravesaron a la Argentina de estos años. Me refiero, a todas las trabas, al hostigamiento, que sufrió Cristina de parte de una derecha cerril, arcaica y beligerante. También relato mi experiencia en el gobierno encargado de las relaciones entre el Poder Ejecutivo y el Congreso.
–En el libro: ¿Cómo caracteriza a la oposición y cuál es la postura que elabora desde su identidad socialista?
–Se refleja la impericia de la oposición, a nivel parlamentario, para contraponer medidas, iniciativas de ley o programas alternativos al que apuntaló primero Néstor y, después, Cristina. Y, sobre todo, trato de argumentar porque el lugar del socialismo, el lugar de la izquierda democrática, es el de acompañar la gestión de Cristina. Ella es la que toma la agenda verdaderamente progresista y la lleva a la práctica. Como socialista sería una tremenda contradicción no comprender esa cuestión. Más aun, sería una aberración política para la historia centenaria del Partido Socialista y sus objetivos de inclusión social. Quienes detentan el sello de nuestro partido impugnan al gobierno ubicándose junto al capital concentrado y los sectores rentísticos del campo. Contraponen su dudoso ceremonial republicano a la transformación real de la sociedad.
–La confluencia entre socialismo y kirchnerismo, expuesta en referentes como usted y Jorge Rivas, ¿es una reafirmación del lugar que le corresponde a la centroizquierda?
–Cuando Cristina cerró su campaña presidencial, en 2007, dijo “terminemos con esa historia de que los socialistas hicieron las leyes y los peronistas las llevaron a cabo”. Pienso como ella, que todo eso fue parte de la tarea colectiva de un pueblo. Por eso me considero tan cristinista, por los valores que tiene y los conceptos que elabora. Ir con Cristina a cualquier lugar del mundo es sentir que uno pertenece a un gran país. Como socialista tengo que hacerme cargo de lo bueno, de lo malo, de los aciertos y desaciertos que el PS tuvo en este país. Pero tengo que ser reflexivo y no repetir esos grandes errores que cometió la izquierda. Por eso apoyé, junto a muchos compañeros, a Néstor Kirchner y, por eso mismo, apoyamos a CFK. Si hay una etapa en la que se tomó la agenda del socialismo y se llevó a la práctica fue con Cristina, porque Néstor tuvo que crear las condiciones para que fuera posible poner en discusión la redistribución del ingreso. Cuando Cristina intenta profundizar esa tarea, a través de una medida como la de las retenciones a las exportaciones al agro, surge la brutal ofensiva de la derecha, rentística, especulativa y mediática, acompañada por un relativo atraso social y político de la sociedad.
–¿Creé que el kirchnerismo estuvo a la izquierda de la sociedad argentina post 2001?
–El gobierno anterior y el actual estuvieron, siempre, a la vanguardia de la sociedad. La hicieron evolucionar a través de un camino de inclusión social y Derechos Humanos. Cuando el gobierno recompone el sistema solidario previsional, cuando apuntaló el punto de inflexión que fue la Ley de Medios de la Democracia, cuando tomó una propuesta que no era propia como la del matrimonio igualitario, lo que le dijo a la sociedad fue avancemos que se puede.
–¿Cuáles son los principales motivos de la gran recuperación política del kirchnerismo?
–Con persistencia y con destreza pedagógica, el gobierno pudo demostrar que el despliegue de este plan, las medidas y desafíos que se adoptaron fueron en beneficio de una sociedad que venía muy fragmentada. Se reinsertaron valores como la solidaridad. Y ahí aparece el fenómeno de los jóvenes que son los primeros que perciben esas situaciones. Son los que tienen las almas más puras para respaldar a un proyecto que valora lo colectivo.
–¿Qué características novedosas se le atribuye, en La Patria callejera, a la movilización popular?
–Cuando fue la celebración multitudinaria del Bicentenario, la retórica negativa de los medios concentrados parecía generar una sensación de incertidumbre con respecto a cómo se iban a desarrollar los festejos. Pero, caminando en medio de la muchedumbre interminable, veía que la gente se tropezaba y se pedía perdón. Había un manto de solidaridad social interminable. Pensé: “Estoy en un país muy distinto al que describen las corporaciones mediáticas”. Fue único el espíritu liberador y emancipatorio del Bicentenario. Se definió por la emoción. Cuando fue el fallecimiento de Néstor Kirchner, estuve en el semicírculo que se armó detrás del féretro y veía a los que cerraban el puño, a los que hacían la “V” y a los que, de manera más despolitizada, levantaban el dedo. Tenemos que integrar esas tres expresiones frente al individualismo y la porquería propia del capitalismo. Esos dos grandes episodios, que relato en el libro, son una especie de emblema de la nueva situación política y del nacimiento de un nuevo movimiento social y político. El kirchnerismo puede llegar a expresar una renovación y una nueva modalidad en la intervención ciudadana.
–¿Qué impresión tiene de la relación entre militancia y redes sociales?
–Las redes sociales y las expresiones espontáneas tienen el objetivo de interrelacionar. Cuando uno apela a una tecnología que lo pone en contacto con mucha gente, lo que está tratando es de expresar y comunicar una vocación de cambio y novedades. El fenómeno del matrimonio igualitario fue una expresión de eso. Cuando salí aquella madrugada del Senado, me encontré con un sector de la sociedad que había permanecido ninguneado por mucho tiempo. Ahora, voy por la calle y veo dos chicas o dos chicos de la mano y me parece lo más natural del mundo. Es un signo de verdadero avance civilizatorio.
–¿Cuál es su postura respecto a la conducción oficial del PS?
–El partido socialista está manejado por una micro-oligarquía que se apoderó de un sello histórico y que lo pone al servicio de intereses absolutamente contradictorios de la naturaleza del socialismo. Es aberrante lo que hace esta dirigencia del PS que se pone al servicio de la Sociedad Rural.
–¿Cómo analiza el discurso de la presidenta en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso?
–Me gustaría remarcar algunos de los puntos que mencionó la presidenta en su brillante discurso de apertura de las sesiones ordinarias. Las corporaciones ya no gobiernan la Argentina, es lo central junto a la extensión de la Asignación Universal por Hijo y nuevas normas que profundizan derechos. El tema de la tierra es el gran tema de la Argentina. Alfredo Palacios, nuestro líder popular, fue el primero que luchó contra la extranjerización de tierras en la Argentina. Decía: “Este país no va a avanzar mientras la tierra se considere una mercancía”. A lo largo de toda la vida parlamentaria del PS, presentamos varios proyectos de Reforma Agraria. El primer presidente de la Federación Agraria y el segundo fueron socialistas y hoy nos da vergüenza ver la conducción de la FA.
–¿Cuál es su perspectiva del año legislativo venidero?
–Todos sabemos que cuando hay elecciones se fragilizan los mecanismos. Es muy difícil conseguir quórum. Un gran porcentaje de los diputados y senadores son, a su vez, candidatos. Pero la principal dificultad es que no hay en el horizonte un cambio de actitud de la oposición que va a querer, solamente, hostigar al gobierno. En el órgano elaborador de las leyes, normas de la convivencia lo van a transformar en un simple ámbito de fuegos de artificio lejos de cualquier actitud constructiva. Nosotros, al contrario, vamos a ir a discutir la ley de entidades financieras, la ley de reforma del código comercial de quiebras para que los trabajadores no queden en situación desventajosa, cuando se hacen cargo de empresas vaciadas por sus dueños y vamos a trabajar por el estatuto del peón.
–Se habló sobre una supuesta pérdida de poder político y de recursos por parte del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. ¿Cuál es su opinión al respecto?
–Siendo que el jefe de Gabinete es el jefe de la administración pública nacional veo que tiene la plenitud de esas facultades. No hay ninguna restricción. Se quiso ver, de manera mañosa, que una redistribución de roles dentro de la propia Jefatura de Gabinete implicaba una supuesta pérdida de no sé qué influencia. Es absolutamente falso.
–¿A qué precandidato respalda para liderar al kirchnerismo en la Ciudad de Buenos Aires?
–La Ciudad de Buenos Aires fue, en estos años de desgobierno del macrismo, una especie de territorio irredento de la Argentina. Ahora, algo que parecía tan lejano como sacar al neoliberalismo, parece una posibilidad cercana. Los cambios en el clima social, el apoyo tan intenso a nuestra presidenta, generan posibilidades concretas para desplazar a esta derecha inepta. Los socialistas nos sentimos cómodos y cercanos a los tres candidatos. Somos muy respetuosos del itinerario y de la calidad académica de Daniel Filmus. Nos sentimos muy cerca de Carlos Tomada, uno de los principales interlocutores entre el socialismo y el kirchnerismo. Y sentimos mucha admiración por la calidad técnica y las iniciativas que llevó adelante Amado Boudou. Los tres pueden ser grandes jefes de Gobierno. Personalmente, tengo una predilección por Boudou, pese a que alguno lo pueda ver contradictorio porque venimos de canteras distintas. Privilegio su enorme capacidad de trabajo y su destreza para abordar instituciones complejas. Lo vi recuperar y relanzar el ANSES y le tengo el respeto que un socialista le tiene a alguien que trajo la idea de reestatizar los fondos previsionales y terminar con la especulación financiera. Le tengo un enorme respeto por la evolución que hizo hacia posiciones progresistas y radicalizadas. Transmite una predisposición y energía especiales para transformar esta ciudad.
–¿Cuál es su postura respecto de la polémica que se originó a partir de la candidatura de Martín Sabbatella en la provincia de Buenos Aires?
–Hay que privilegiar Cristina 2011. Ese es el objetivo fundamental. Las listas de adhesión pueden contribuir a ese objetivo. Tengo muy buena opinión del compañero Sabbatella y de todos aquellos, que preservando su identidad, apoyen a Cristina tal como hacemos los socialistas.
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