miércoles, septiembre 30, 2009

Víctor De Gennaro, a propósito de la izquierda religiosa

Hoy por la tarde leo declaraciones de Víctor De Gennaro en las que acusó al gobierno kirchnerista de “defender el interés de los grupos concentrados” y aseguró que el “Ministerio de trabajo bicicletea permanentemente a favor de las empresas”. Mi primera reacción es de hastío. ¡Me harta la izquierda religiosa de este país! Conjunto en el que incluyo, por supuesto, a De Gennaro, Pino Solanas, Claudio Lozano, Vilma Ripoll, Luis Zamora, etc. Pero: ¿a qué me refiero con izquierda religiosa? Básicamente me refiero a aquellos quienes se creen los dueños de una verdad única y prístina. Una esencia religiosa.

En términos de la izquierda tradicional marxista, a la que digamos que en términos generales responden Ripoll y Zamora, supone que el destino ineludible de la historia de la humanidad es el socialismo –la sociedad reconciliada- y que el sujeto a priori llamado a empujar los cambios hacia ese estadío humano es el proletariado. Por lo tanto, cualquier gobierno que –valga la redundancia- gobierne dentro del sistema capitalista es burgués y en cuanto tal debe ser combatido (la excepción sería la dictadura del proletariado, que por supuesto es una transición al socialismo y se extinguirá para darle paso a la sociedad socialista). En todo caso, cualquier gobierno burgués es igual de malo: no importa si es un fascismo, una dictadura militar, una democracia representativa, o si hay un gobierno popular. Todo es lo mismo: es burgués, no es socialista. Por eso por más que parezca progresista es un engaño. No apuntan “al verdadero cambio radical”. Por eso entienden que el peronismo fue sólo puro bonapartismo. El peronismo “engañó” a los proletarios y les hizo perder el rumbo de la verdadera liberación. Los contaminó, los ensució. ¡Pinche Eva y pinche Perón!

Más difícil es el caso de Solanas y Lozano. Ambos reivindican el peronismo. Pareciera que reconocen a una izquierda nacional. Pino sostuvo alguna remota vez posiciones loables. No nos olvidamos de su historia. Sin embargo, al pararse frente al proceso abierto por los Kirchner derrapan. Lo equiparan al menemismo. Sin dudas en el kirchnerismo hay contradicciones, faltan cosas, sobran otras, hay ineficiencias, corrupciones y amagues. En suma, mucho para criticar. Pero equiparan al kirchnerismo con el menemismo porque pretenden que un “verdadero proceso progresista” vaya por todo al mismo tiempo. Vaya, que sea total (como si algo así fuese posible). Según esta izquierda Kirchner es lo mismo que Menem porque no arrasó con la desigualdad en este país (más bien, según dicen la fomentó), porque no le da la personería a la CTA, porque, Cristina Fernández vetó la ley de glaciares, porque están las minerías a cielo abierto que contaminan, porque es corrupto, etc. etc. etc.

En todo caso, esta gente se olvida –entre otras cosas- de la política de derechos humanos, la renovación de la Corte Suprema de Justicia, la posición latinoamericanista (el desprecio del ALCA y la integración MERCOSUR/UNASUR), la renegociación de la deuda externa, el crecimiento económico, la jubilación móvil, la estatización -del fraude- de las AFJP, la estatización de Aerolíneas Argentinas y el tratamiento actual de la Servicios de Comunicación Audiovisual, etc., etc.

Entonces, como los Kirchner no son “puros”, como no llevan adelante la revolución socialista, ni están exentos de contradicciones, corrupciones y errores, para la izquierda religiosa está “todo mal”. Los Kirchner, para la izquierda religiosa, son una suerte de impostores. Porque la izquierda impoluta escapa errores, corrupciones y contradicciones y tiene un “seguro de garantías” sobre el destino al cual hay que llegar (el socialismo) y sobre sus protagonistas (el proletariado). Por eso todo debe ser oposición a “los K”, cualquier manifestación les queda bien. Vilma Ripoll participa del acto de la Mesa de Enlace en Palermo, no se avergüenza de estar parada del mismo lado que la Sociedad Rural; tampoco Lozano, quién defiende el voto en contra de la Resolución 125 al lado del PRO; ni Solanas que –como dijimos equipara a los Kirchner con Menem; ni Zamora quien votó en contra de la derogación de la leyes de Punto Final y Obediencia Debida porque se trataba de “un puro oportunismo de los Kirchner”. Vale aclarar, por ejemplo, que el voto de Zamora fue igual al del hijo del ex general Domingo Bussi.

Pues bien estimados, antes de ser tan bien intencionados y puramente progresistas y votar a Solanas, Lozano, Zamora, Ripoll, etc. piénsenlo dos veces: su voto puede volverse repugnantemente conservador. Como el mío, yo voté a Bonasso y casi me muero cuando votó en contra de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales.

1 comentario:

  1. Tené mucho cuidado Soy El Garra, si seguís en esa líneas nunca llegarás a "El cielo de los troskos"
    Si querés entrar en vereda podés empezar buscandole el pelo al huevo, la quinta pata al gato, o sino mejor las patas al huevo o el quinto pelo al gato, eeeh, no es tan sensilla esta religión

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